25 ago 2015

La crisis que originó el Neolítico

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No hay mayor crisis en la historia que aquella que conlleva un cambio total en los modos de vida de la humanidad. Si nos remontamos a los tiempos prehistóricos, el mayor cambio socioeconómico vino propiciado por el paso de la depredación del medio a la producción de los alimentos, del modo de vida nómada al sedentario y, expresado en otros términos, del Paleolítico al Neolítico.

En el Paleolítico, grosso modo, la economía depredadora de los pequeños grupos humanos nómadas se fundamentaba en la caza, la pesca y la recolección, teniendo prioridad unas u otras dependiendo del medio en cuestión. Sin embargo, por algún o algunos motivos aún no esclarecidos totalmente, hubo un momento de crisis en el que esas actividades económicas se tuvieron que complementar con otras de producción de alimentos para poder subsistir, pero pasando antes por un período intermedio que los prehistoriadores han denominado Mesolítico.

Imagen ilustrativa del modo de vida del Paleolítico
El Mesolítico se identifica con las últimas bandas de cazadores, pescadores y recolectores. Este período, según las zonas, se dio entre el 10.000 a. C. y el 7.500 a. C. Los hábitos de las culturas del Mesolítico eran básicamente nómadas, con asentamientos estacionales de invierno y campamentos de verano. Sin embargo, en el Oriente Próximo y en algunas regiones costeras de Europa, allí donde encontraron recursos suficientes y regulares, comenzaron a sedentarizarse.


Este cambio fue posible gracias a la ampliación del espectro alimentario, que incluyó una gran variedad de alimentos que en el Paleolítico superior posiblemente no se consumían; a la pesca intensificada; a la caza con desplazamiento tras los animales como forma de simbiosis con ellos, formando incluso rebaños; a la selección de especies vegetales como las gramíneas; y al uso de un nuevo utillaje lítico más especializado. En general, el cambio se produjo gracias a un período de experimentación, de producción incipiente y de tanteo del medio natural.
A este periodo de aprendizaje, debido a una posible crisis socioeconómica, le siguió lo que actualmente se conoce como la “revolución neolítica”. Con este término los especialistas hacen referencia a una serie de variaciones en los modos de vida humanos que llevaron a la aparición de la agricultura, al invento de la ganadería, a los cambio en la cultura material, al trueque de productos, etc. En definitiva, una transformación de la vida del hombre prehistórico mediante la producción de los alimentos y la sedentarización de los grupos humanos que, como se analiza en lo que sigue, se ha intentado explicar con múltiples teorías.
La teoría de los cambios medioambientales y de los “oasis”, de V. Gordon Childe, pone énfasis en la importancia que tuvo, para esta crisis de las formas de vida depredadoras, el cambio de las condiciones climáticas del Holoceno. La modificación del clima pudo conllevar la desecación de amplias extensiones de tierra, que en el Próximo Oriente se tradujeron en pequeños reductos con recursos hídricos, que sirvieron para acoger gramíneas y ciertos animales susceptibles de ser conservados por los humanos. Ese proceso favorecería la sedentarización de estos pequeños grupos.
A partir de la neolitización del Próximo Oriente, Gordon Childe abogó por una base difusionista según la cual el Neolítico se expandió hacia el Mediterráneo y Europa. Sin embargo, esta teoría de los “oasis” se debilitó más tarde porque se demostró que en el Próximo Oriente, la supuesta cuna del Neolítico, los cambios climáticos no fueron tan considerables como se pensaba.
Por otro lado, R. J. Braidwood lanzó la teoría de las zonas nucleares según la cual, aunque el clima no cambió radicalmente, ciertas zonas de la población aumentó y evolucionó tecnológicamente hacia una mayor especialización.
M. N. Cohen, mediante su teoría de la presión demográfica, explica asimismo que el crecimiento demográfico pudo amenazar el equilibrio de los recursos naturales y, por tanto, las sociedades prehistóricas se pudieron ver obligadas a incrementar artificialmente el volumen de plantas mediante la práctica de la agricultura.

Imagen ilustrativa del modo de vida del NeolíticoDel mismo modo, unos discípulos de R. J. Braidwood, K. Flannery y L. Binford, apostaron más tarde por la teoría de las áreas marginales, según la cual la transformación al Neolítico se produjo en las zonas periféricas a las que emigraron los grupos humanos por la presión demográfica del momento. Las zonas marginales, por tanto, fueron las que produjeron el cambio una nueva estrategia de abastecimiento por la escasez de recursos y la presión demográfica. No fue tan importante la invención de la agricultura y la ganadería como el comportamiento de los grupos y su adaptación al medio.
Por último, J. Cauvin es más afín a la teoría ideológica en la que, por encima de determinismos ambientales y económicos, el desarrollo de las nuevas formas de vida fue el resultado de unas estrategias humanas vinculadas a la necesidad de supervivencia, sobre todo en el caso de la invención de la agricultura.
De cualquier forma, queda patente que falta aún mucho por investigar para poder explicar claramente el origen de la crisis que provocó el Neolítico, sobre todo en ciertas regiones más concretas. Está claro que no todos los elementos característicos del Neolítico debieron aparecer en el mismo lugar ni al mismo tiempo.
Las investigaciones evidencian que los modos de vida productivos y sedentarios pudieron surgir en distintos lugares y en fechas diferentes. Sin embargo, la cronología más elevada, por el momento, se encuentra en el Próximo Oriente sobre el 9.000 a. c. aproximadamente. Más tarde se localiza en otras zonas, como Europa, en las que pudo surgir bien por difusión de los conocimientos del lugar originario o bien por un surgimiento autónomo de las nuevas formas de vida en diferentes territorios. Lo cierto es que en zonas como Asia Oriental o América es más complicado pensar en la llegada del Neolítico desde tierras próximo orientales a la manera que proponen los difusionistas.
En conclusión, el proceso de neolitización fue lento, diacrónico y desigual. Posiblemente requirió una larga etapa de experimentación, pero una vez producido no hubo regresiones y los logros obtenidos se expandieron por doquier.

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